Capítulo 7
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Soraya parpadeaba sus encantadores ojos mientras apoyaba las manos en el escritorio y se inclinaba hacia adelante, coqueteando: “Amor, ¿por qué estás tan callado? Vine a recogerte del trabajo, ¿no te alegra?“.
Jajaja, de cerca, este tipo es aún más guapo! Incluso más que anochel Sus ojos son tan atractivos, casi me succionan et alma con esa mirada profunda, y esas pestañas tan largas, parecen abanicos. Qué nariz tan perfecta, quisiera tocarla para ver si es tan firme como parece (Ay, ay, ayl Y esos labios tan sensuales, son perfectos para besar, me muero por probarlos otra vez. Dios, casi se me cae la baba, este hombre definitivamente ha capturado mi corazón“.
Mientras hablaba y pensaba, ella se inclinaba ligeramente, dándole a Cristián una vista completa del paisaje debajo de su cuello.
Él echó un vistazo y el recuerdo de la locura de la noche anterior se reflejó en sus ojos. Ella lo observaba fijamente y, al ver su expresión incómoda, gritaba internamente: ‘Oh, no, definitivamente se fijó en mis pechos. ¡Mira, mira! Echa un vistazo a tu campo de batalla de anoche, ¿acaso fuiste demasiado brusco? Mira cómo mis ‘dos amigas‘ han cambiado de color. Vaya quién diria que, bajo esa apariencia fría, es un toro desbocado en cuanto ve la oportunidad, hambriento como un animal salvaje frente a su comida. Por Dios! Si no fuera porque tengo buena resistencia, anoche me hubiera dejado en el otro mundo. Por poco soy la primera en caer gloriosamente en el campo de amor. Ay, todavía siento que floto cuando camino, ¿deberia tomar algo de fortificante la próxima vez antes de nuestro combate nocturno, para mostrar mi verdadero poder femenino?
Cristián tosió ante sus pensamientos llenos de lujuria, esa mujer tenia una mente tan pervertida que lo dejaba boquiabierto. Soraya, preocupada, le preguntó: “Ay, amor, ¿qué te pasa? ¿Estás enfermo? ¿Por qué tienes esa cara?“.
¡Ay not ¿Será que Cristian ya tiene esa enfermedad terminal de la que hablaba el quion? Decía que moriria de una enfermedad sin cura años después, su hijo terminaria huérfano y luego trágicamente atropellado por un carro.
Al escuchar cómo lo maldecia a él y a su hijo, Cristián se enfureció hasta ponerse pálido y gritó: “Parate bien ahir“.
Sabia que esa mujer malvada no tenia buenas intenciones, deseando su muerte para volar libre con su nuevo amor, y lo peor, maldiciendo también a su hijo. Ese hijo que ella misma había traido al mundo después de nueve meses. Que ni siquiera se había preocupado por él antes, y en ese momento, lo maldecla sin corazón, ¿cómo podía ser tan cruel?
Pensaba que cambiando su look él la veria con otros ojos. ¡Pero qué ilusa! Soraya se sobresaltó con su reacción: “¿Por qué te pones asi? ¿Acaso no puedo mostrarte un poco de cariño?”
Luego, pensando en las piernas de Cristián, se movió detrás del escritorio y giró su silla para enfrentarlo; se agachó con la Intención de revisarlo.
Cristián, al ver su acción, se llenó de furia, la empujó bruscamente al suelo, con el pecho agitado,
“¡Ay!“, Soraya golpeó su cabeza contra el borde del escritorio, formándose un chichón,
“¿Quién te dio permiso de tocarme?, ¿acaso disfrutaba viéndolo sufrir?
¿Este tipo qué, comió dinamita? ¿Por qué tanta agresividad? Solo quería ver cómo estaban sus piernas para poder tratarlo, zy asi me lo agradece? ¡Qué ingrato! ¿Qué, quiere que otra mujer lo revise? Si no fuera por la misión que tengo, ¿crees que me interesaria ver esas piemas feas llenas de cicatrices?“.
Mientras despreciaba en su interior, mostraba una cara de dolor: “Amor, ¿por qué te pusiste tan brusco? Me he lastimado“.
Cristián, viendo su falsedad, apenas sonrió irónicamente. Ah, asi que pensaba que sus piernas eran feas y estaban llenast de cicatrices. ¡Esa era su verdadera opinión!
“Deberías estar agradecida de que no use toda mi fuerza, de lo contrario, ya estaria organizando tu funeral“.
¡Ahhhh! ¿Este hombre qué, se alimenta de veneno? Con solo abrir la boca ya mata. No es de extrañar que la protagonista original lo abandonara después del accidente. Con esa boca que provoca infartos, yo también me hubiera ido. ¡Maldición! Si no fuera por la misión, me daría igual si vives o mueres‘,
¡Completar la misión!, Cristián entrecerró los ojos. No era la primera vez que se quejaba en su mente sobre la tarea completada, ¿acaso desde el principio, al casarse con él, ella albergaba un secreto inconfesable? La expresión de él se volvía cada vez más sombría, y sú mirada hacia Soraya se hacía cada vez más fría.